En los últimos veinte años ha sido generalizada la percepción que hace equivalente las voces “política exterior de Estado” y “política exterior de consenso”, como si ambos conceptos fueran intercambiables y estuvieran ligados inexorablemente. No obstante, parece poco prudente apellidar como “consensuada” la política exterior de los últimos veinte años en Chile. Si bien los análisis han sido rigurosos y nos han entregado evidencias que afirman dicha hipótesis, estos han carecido –no por deficiencias teóricas sino por la práctica- de la experiencia empírica de un gobierno de derecha democrático dirigiendo las relaciones exteriores del Estado.
El nombramiento de Alfredo Moreno como Canciller marca una aparente ruptura en la continuidad de la política exterior de los gobiernos de la Concertación, la cual, a partir de la era Bachelet, acordaba tácitamente el fin del ciclo de reinserción económica internacional del país -todo esto dentro del supuesto marco consensual, claro está. Los tres primeros gobiernos de dicha coalición sentaron las bases de esta reinserción principalmente a través de tratados de libre comercio y de complementación económica[1], mientras que no hace mucho Bachelet cerraba este ciclo con el cuestionable ingreso de Chile a la OCDE.[2]
Durante el gobierno de Bachelet, Chile atenuó considerablemente la percepción excepcional de su modelo de desarrollo y política exterior al hacerse partícipe de algunos procesos regionales relevantes y privilegiando al “vecindario” en sus relaciones internacionales. Inmerso en este mundo que el país prefirió obviar en los noventa, Chile asumió un rol de liderazgo político sin precedentes recientes, inaugurando una nueva etapa en la política exterior del Chile post-autoritario.
La condición de Moreno como ingeniero[3] y exitoso empresario del retail, sumado al marco ideológico de la coalición gobernante y del Presidente, da luces del perfil de política exterior que buscará impulsar éste último, cercana a una perspectiva que priorizará lo económico por sobre lo político y las relaciones extra-regionales por sobre las regionales, lógica propia de un proceso ya concluido con éxito. ¿Y el consenso dónde queda?
Otra arena donde peligra el consenso es en su hábitat mismo: el Congreso. Durante veinte años la cantidad de tratados internacionales rechazados durante su trámite de aprobación legislativa ha sido ínfima. Entre otras causas, esto se ha debido a las escasas atribuciones del Legislativo en materias de política exterior, el tinte neoliberal de la política exterior económica de la Concertación y la relativa facilidad para negociar con los escaños empatados binominalmente.
En las últimas elecciones parlamentarias el sistema binominal fue roto a la mala y el partido comunista tiene hoy representación en ambas Cámaras[4]. Como versaba el programa presidencial de Jorge Arrate, no son precisamente comunistas neo-liberales. Los comunistas alterararán en buena medida la correlación de fuerzas en el Congreso durante los próximos años y su postura frente a la liberalización de la economía pone en jaque la continuidad del consenso en su área fundamental.
¿Pretenderá Piñera retomar la condición de excepcionalidad instaurada fuertemente tras el retorno a la democracia y atenuado durante el gobierno de Bachelet? ¿Estará la derecha chilena dispuesta a comprometerse con los nuevos proyectos que traza la región?
De ser coherentes las señales que ha dado el Gobierno con la puesta en práctica de su política exterior, ésta sería un retroceso al Chile de los noventa, a ése que se auto-marginó de los procesos regionales en su declarada pretensión excepcionalista y fue mirado con recelo por sus pares. El consenso requiere continuidad y coherencia y, por lo tanto, el consenso hoy está a prueba.
[1] http://rc.direcon.cl/pagina/1897
[2] Rodríguez, Isabel (2009): “La política de integración regional de Chile y la creación de UNASUR” in GIRAULT, C. (Editor) Intégrations en Amérique du Sud, Presses Sorbonne Nouvelle, Paris, pp. 103-120, résumé – resumen pp. 258-259.
[3] No ha sido el único Canciller con título de ingeniero. Alejandro Foxley (2006-2009) es economista y político, siendo en este último aspecto donde Moreno carece de experiencia.
[4] La comisión de Relaciones exteriores de la Cámara tiene entre sus miembros a Guillermo Teillier.
Publicado en Grupo Razón (10/04/2010). https://bit.ly/2C04BLD